Didier

Cuando hablamos de la obra de Didier, más allá de la técnica que utilice, más allá de la composición que decida hacer o en la forma que finalmente nos presente su trabajo, tendremos siempre una obra de arte que nos cautivará y nos pedirá que la miremos, pero de hecho siempre hay un personaje que nos está mirando, no nos interroga, sólo nos mira y, como si fuera un juego o una trampa, acaba siendo la obra la que se convierte en espectador para contemplarnos a nosotros, y es la obra la que quiere que nos paramos delante de ella para poder analizar nuestra reacción. 

Es por eso precisamente que a la hora de definir o describir la obra de Didier es difícil que encontramos dos espectadores que coincidan en utilizar los mismos adjetivos.

En el caso concreto de los trabajos de Didier, la percepción que de cada obra tiene quien la contempla, deriva de un recuerdo personal o de una vivencia, que hará que al mirar aquella obra, la reinterprete y si bien físicamente la obra no ha cambiado ni una pincelada, cada uno encontrará un nexo un sentimiento de atracción diferente, o dicho de otro modo, cada uno verá diferente la misma obra.

En la Galería, con la obra de Didier esto lo constatamos continuamente, y mientras los espectadores contemplan una de estas obras escuchamos adjetivos tales como joven, dinámica, fresca, mediterránea, alegre, viva, etc, y se están refiriendo todos a la misma obra, y además, un hecho curioso es que cuando alguien añade su opinión personal todos los demás asienten y también están de acuerdo.

Este hecho, poco habitual en el mundo del arte, se entiende y tiene una lógica cuando conoces a Didier, ya que entonces, fácilmente, te das cuenta que sus cuadros, sus esculturas, su trabajo en definitiva, no es sino una extensión de sí mismo, de su manera de ser y de su carácter, él es como sus cuadros y sus cuadros son como él.

Lo hemos hablado en varias ocasiones, y aunque él no nos lo diga, seguro que cuando hace un cuadro o una escultura ya deja un rastro que no quiere que veamos, para facilitarnos que entremos en el juego de ser el espectador de la obra o que la obra sea el espectador de nosotros.

En cualquier caso es un juego divertido, y sea cual sea su resultado ganamos todos, ya que nos permite disfrutar de las obras de arte de

Didier Lourenço

Didier

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